El Exorcistado

25 marzo, 2012

El Padre Francisco Palau y Quer (1811 – 1872)  fue un religioso carmelita que promovió el exorcismo y la lucha contra el demonio

Hizo suya la causa de la Iglesia y denunció a sus enemigos en todos los frentes a través de su periódico «El Ermitaño». El Padre Palau vio la necesidad de la práctica de los exorcismos para combatir a los enemigos de la Iglesia y liberar a los individuos posesos (algo cada vez más frecuente y sin solución en curso) de esa trágica situación y así restarle soldados a la hueste del demonio. Redactó en «El Ermitaño» una compilación de los argumentos para reavivar la práctica del exorcismo bajo el título: «El exorcistado. Influencia de este ministerio sobre la ruina o salvación actual».

Padre Francisco Palau y Quer

El aspecto más sobresaliente de este texto es que, a diferencia de la errada concepción «moderna» de la religión católica, el P. Palau ve claramente la relación entre la guerra al demonio y la salvación de la sociedad. En cambio, para el modernista de hoy, la religión nada tiene que ver con la sociedad temporal y la verdadera paz.

Este documento fue llevado al Concilio Vaticano I por el mismo Padre Palau, para convencer a los padres conciliares y a S.S. Pio IX sobre la necesidad urgente de reavivar el ministerio del exorcistado, so pena de entregarle – podríamos decir que «en bandeja» – el dominio de este mundo a la antigua serpiente. Como era de esperarse, «justo en ese momento» estalló la revolución masónica que impidió continuar con el Vaticano I, el Santo Padre debió escapar de Roma y el intento del Padre Palau se vio frustrado.

EL EXORCISTADO

INFLUENCIA DE ESTE MINISTERIO SOBRE LA RUINA O SALVACIÓN DE LA SOCIEDAD ACTUAL

OBSERVACIONES DIRIGIDAS A LOS PADRES DEL CONCILIO ROMANO POR LA REDACCIÓN DE EL ERMITAÑO

I. – DOCTRINAS EN OPOSICIÓN A LAS DEL ERMITAÑO

1. El enemigo del género humano tamquam leo rugiens cir cuit (Ecclesiam Dei) quaerens quem devoret [1 Pe 5,8]. Sobre esto nos avisa el Apóstol; y Pío IX en su discurso de apertura del Concilio añade: «Ha acometido y persiste acometiendo a la Iglesia Santa con rabia y furor, constituido cabeza de una formidable propaganda de impíos»1. Ha acometido, nos dice el Papa Pío IX;

ha dado ya el asalto, acomete; se han roto las hostilidades; la guerra es un hecho histórico; y es una guerra horrorosa, porque juegan en ella de una parte todos los poderes políticos de la tierra coligados con las potestades del infierno, y de otra todos los elementos y fuerzas católicas reunidas bajo un solo Príncipe visible, que es el Papa e invisible, que es Cristo.

Induite vos armaturam Dei, grita desde alto el Apóstol de las gentes, ut possitis stare adversus insidias diaboli, quoniam non est nobis colluctatio adversus carnem et sanguinem, sed adversus Principes et potestates, adversus mundi rectores tenaebrarum harum, contra spiritualia nequitiae in coelestibus. Por esto, accipite, repite, armaturam Dei ut possitis resistere in die malo». Ad Eph. c. 6, [12]

2. Obedientes a estas prescripciones, que el cielo nos da entramos armados en el campamento, no sólo como católicos, sino también como ciudadanos españoles, en una época en que el diablo, padre de todas las revoluciones ha tenido la desfachatez, la osadía y arrogancia de presentar en nuestro suelo patrio aquella misma bandera, que ondeando en el Empíreo sobre la cabeza de millones de millares de ángeles rebeldes, tiene en un lienzo de seda fina bordado con letras de oro este tema: ¡Revolución! ¡Guerra a Dios! Al revisar detenidamente todo aquel vasto terreno, donde el enemigo se presenta visible en el hombre por una especie de encarnación, le encontramos fortificado y parapetado en el espiritismo, en la magia maléfica, en cuerpos energúmenos y maleficiados; en el choque, damos el grito con Miguel Arcángel: ¡Gloria a Dios! ¿Quis ut Deus? Vistas y reconocidas todas sus fuerzas, en atención a que nos opo- nía, y opone una resistencia atroz, y desesperada, acudimos a los almacenes donde la Iglesia tiene depositado aquel terrible arma- mento de que nos habla el Apóstol accipite armaturam Dei.

3. Al primer paso tropezamos con gran sorpresa nuestra con un cuerpo de doctrinas ordenado a desprestigiar y a inutilizar aquel ministerio sagrado, que le encierra, cual es el Exorcistado. Para oponernos a doctrinas que creemos fatalísimas y contestar con el lema del Arcángel. ¿Quis ut Deus? a los gritos desaforados, que dan los ángeles revolucionarios al acometer la casa del Señor, establecimos en Barcelona un periódico semanal, que aún vive bajo el título EL ERMITAÑO.

Hemos impugnado y atacamos como españoles, como ciudadanos, como hombres, como católicos por cuantos medios legales tengamos a nuestra mano a la Revolución, porque la creemos obra del diablo que intenta por ella reconstruir sobre las ruinas del catolicismo el paganismo moderno. Siendo dirigida por un poder espiritual maligno invisible, mientras la prensa católica por mil órganos la combate en su política antisocial, nosotros, armados hasta los dientes, buscamos su cabeza para decapitarla, o al menos aplastarla. Siendo ésta la serpiente infernal, para ser consecuentes a nuestro lema, buscamos armas, las hemos de menester, armas espirituales. Si bien los enemigos son inteligentes como nosotros, pero de orden superior, no obstante, sostenemos y sostendremos la lucha no sólo como cristianos sino como seres racionales, como hombres, como criaturas contra ángeles que han desplegado bandera de rebelión contra nuestro Criador.

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